Acuicultura de España: un paso adelante en la soberanía alimentaria

Acuicultura de España: un paso adelante en la soberanía alimentaria

No la inventamos nosotros, sino nuestros antepasados. La acuicultura ha estado muy presente en la humanidad desde fechas inmemoriales, y con ella se buscaba la soberanía alimentaria del territorio donde se hallaba. Había que tener en cuenta que conseguir alimentos del mar, casi siempre lejanos, tenía su complejidad, y su cultivo les proporcionaba cierta independencia.

 Las invasiones bárbaras acabaron con esta práctica y nos llevaron de vuelta a tiempos oscuros. En cualquier caso, hoy continúa bien arraigada y gracias a ella podemos conseguir pescado fresco en todo momento, de cercanía y con todas las garantías de calidad y respeto con el medioambiente.

La historiadora gastronómica y cocinera docente Rosa Tovar lo tiene muy claro: “Creo que la historia siempre vuelve. Los cultivos de peces de origen romano fueron destruidos por las invasiones bárbaras, pero se conservaron en el Imperio romano de Oriente, desde donde, a través del Mediterráneo, volvieron a toda Europa a partir del siglo IX». Y en Europa sigue. En España es una industria afianzada que, en palabras del biólogo José Luis Guersi, “contribuye a la creación de nuevos empleos más cualificados, también al turismo y a la gastronomía local, con un alto componente cultural y de conocimiento del medio. Por otra parte, supone un importante elemento tractor en el ámbito de la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación”.

Origen de la antigua acuicultura

Volviendo la vista atrás, la acuicultura es una técnica pesquera y de cultivo que nos acompaña desde tiempos remotos. “Algunos autores la sitúan en China desde hace más de 4.000 años”, afirma Tovar. Entonces, según sostiene la historiadora, la alimentación de los peces de cultivo se basaba en otros pescados, y con la evolución de la industria durante el Imperio romano, eran higos secos o excedentes de cosechas los alimentos principales en la crianza.

“La antigua acuicultura nació para no depender de las temporadas ni de las condiciones meteorológicas. También hubo, en origen, una clara intención de abaratar el precio de los pescados”, mantiene Tovar. Motivos también válidos para la acuicultura actual que suma, a decir de Juan Fernández Aldana, consultor internacional de acuicultura, un amplio rango de temáticas como bienestar animal, adaptación al cambio climático y economía circular. “Todas ellas hacen y harán una industria acuícola cada vez más sostenible y de gran transparencia frente a los consumidores”, declara el experto.

Puntos fuertes de la acuicultura para el consumidor

Los consumidores españoles podemos estar tranquilos: gracias a la acuicultura desarrollada en nuestro país, el suministro de pescado fresco y de cercanía está garantizado. El biólogo Guersi no alberga dudas: “Solo hay que hacer un recorrido imaginario por las pescaderías de cualquier supermercado: probablemente, más del sesenta por ciento de lo ofertado procede de la acuicultura:”. Si bien en el origen chino de la acuicultura los pescados cultivados eran, principalmente, carpas y anguilas, hoy en día el número de especies comercializadas fruto de la acuicultura ha aumentado considerablemente. Además, la acuicultura también contribuye a la regularidad en la calidad del producto y al mantenimiento de unos precios estables y competitivos. “Las ventajas son evidentes, producto cercano y de calidad. También el llamado kilómetro cero, que contribuye a la soberanía alimentaria y a una alimentación más saludable”, concluye Guersi.

Acuicultura española: sostenible y necesaria

Guersi es rotundo: “Todos los que estamos trabajando en el ámbito de la economía azul decimos ‘sin azul no hay verde’. Es imposible hacer acuicultura sin proteger el medioambiente. Las buenas prácticas, la buena gestión, contribuyen a la protección del entorno”.

SOFIA 2022 es el informe que FAO ha publicado en días pasados y en él se sostiene que el considerable crecimiento de la acuicultura ha llevado a la producción de pesca extractiva y acuícola a máximos históricos consiguiendo que los alimentos acuáticos contribuyan cada vez más a una nutrición mundial de gran seguridad alimentaria. Gracias a la acuicultura, el consumo de pescado rondará los 21,4 kilos per cápita en 2030. Por tanto, la acuicultura es y será protagonista de la transformación azul, una transformación que supone un paso más allá en la soberanía alimentaria y la sostenibilidad ambiental. ¿Qué papel juega España en todo esto? “Nuestro país es líder no solo en volumen de producción acuícola, también en investigación e innovación en todo lo relacionado con el desarrollo sostenible del sector acuícola europeo”, afirma Fernández Aldana. Lo cierto es que los proyectos de innovación en acuicultura repartidos por todo el territorio español están basados en los trabajos que se desarrollan en los numerosos centros tecnológicos y de investigación españoles, por tanto, nuestra industria es potente, generadora de empleo y sostenible en todo lo que la palabra conlleva.

España va camino de la soberanía alimentaria en productos acuáticos

España va camino de la soberanía alimentaria en cuanto a pescado, marisco y otros productos acuáticos. “Además de la autonomía estratégica que supone producir nuestro propio pescado y otros productos del mar, evitando la dependencia frente a las importaciones, la soberanía garantiza un total control sobre los productos producidos. También una mayor accesibilidad y conocimiento en cuanto a los sistemas de cultivo y a su sostenibilidad. Y, por supuesto, una mayor frescura”, concluye Fernández Aldana.

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