El horizonte de la acuicultura
en zonas rurales de España
Juan sale de las instalaciones con un café. Se sienta en una roca de espaldas al río Najerilla, enmarcado en un frondoso bosque de fresnos, sauces, chopos y alisos. El lúpulo silvestre se enreda en las vallas que delimitan el canal de captación, los cogollos del lúpulo caen como racimos de un verde transparente sobre el agua del río derivada. Su conversación es cercana, fácil, muy asturiana. “Todo empieza aquí”, dice mientras persigue con la mirada la acequia que alimenta el complejo sistema de canales y estanques del vivero de truchas. Echa de menos Asturias, el mar, pero le gusta La Rioja, salir cada día a tomar café rodeado del verde que impregna el municipio de Bobadilla.
“Es una empresa familiar, me gusta el proyecto. La dirección me dijo que querían ser los mejores en acuicultura de la trucha y que en su ADN está presente la calidad del producto. Es un reto que me atrajo desde el principio”, destaca.
“Que la gente nos vea como granjeros del agua es muy positivo, es una expresión feliz, me gusta”
Llegó a la empresa hace cuatro años como director de producción. Su trabajo consiste en coordinar las plantas de engorde de Bobadilla y Viguera, ambas riojanas, la instalación de preengorde de la localidad conquense de Cañete y el criadero de Torrebaja, en El Rincón de Ademuz, Valencia. Dentro de unos meses abrirán otra instalación en El Cuervo, Teruel, a pocos kilómetros de las dos anteriores.
No olvida los largos atardeceres marinos de Llanes, donde el horizonte lo ocupa todo. Allí trabajó durante 20 años y nacieron sus dos hijos, ya adolescentes. Ahora se deja seducir por los olores y sabores de la acuicultura continental y el mundo rural. Un universo dominado por los cursos altos de los ríos y sus aguas cristalinas, muy lejos de la desembocadura final. “La Rioja es un sitio increíble para vivir. Descubrir estos pueblos de la España profunda es toda una experiencia. La primera vez que pasé por el túnel excavado en la roca de Castielfabib, de camino a Torrebaja, parecía que sonaba la música de El Padrino”, recuerda.
“Las granjas se construyen en desnivel para llenar los tanques por gravedad y oxigenar el agua”
La Sicilia del joven Vito Corleone está plagada de pueblos ocres encajados en la roca, empedrados, miméticos, agrestes, sin horizonte. Como Torrebaja o Cañete, viven olvidados en una película de celuloide, de espaldas al presente, envejecidos. “La acuicultura en ríos no ejerce un impacto muy grande, pero dinamiza la economía de estas zonas”, asegura.
En la España rural apenas quedan habitantes. Se fueron, se siguen marchando, cinco cada hora, según el INE. La única solución para este desierto demográfico es la llegada de población extranjera. La planta de Bobadilla es un ejemplo de multiculturalidad: 15 trabajadores de nacionalidades diferentes. “Vienen muy predispuestos a aprender y a currar, a integrarse con un proyecto de vida en el pueblo. Hay mucho respeto y solidaridad. Nuestras horas de comida son muy curiosas y divertidas, cada uno viene con platos típicos de su país. Se aprende mucho de la visión de la vida de otras culturas. Tenemos un buen equipo, es muy enriquecedor. No entiendo los discursos xenófobos. Siempre pienso lo mismo: sin los inmigrantes no habría sector primario en España”, afirma rotundo.
La planta de Bobadilla es un ejemplo de multiculturalidad:
15 trabajadores de nacionalidades diferentes
Bebe rápido el café. Es un día de mucho trabajo, como cualquier día en la planta. Precisamente es lo que atrae a Juan de este oficio, siempre pasan cosas diversas en este trabajo multidisciplinar y complejo. “Estás todo el rato aprendiendo algo: tienes que saber de agua, de la biología de los animales, de la composición del pienso. Te obliga a estar en constante crecimiento, pero tiene una parte estresante”.
Las reuniones se acumulan, Juan no descubre impaciencia. Su hospitalidad asturiana le impide mostrarse incómodo, aunque el tiempo desaparezca de su agenda. Camina entre las rejillas metálicas de los canales que separan los estanques de hormigón. Un trabajador limpia a conciencia una de las piscinas recién vaciadas, mientras Juan explica el sistema de circulación del agua.
“La acuicultura en ríos no ejerce un impacto muy grande, pero dinamiza la economía de estas zonas”
La calidad del agua es fundamental para el bienestar de la trucha, hay que tener en cuenta muchos factores: la materia en suspensión, el caudal, la velocidad de circulación, la temperatura. Por eso, la planta se construyó al lado del Najerilla, un río truchero por excelencia, que baja sinuoso hacia el Ebro por un angosto valle a su paso por Bobadilla. En los estanques se engorda la trucha arco iris, una especie de origen americano, diferente a la de nuestros ríos, la trucha común. “Son todo hembras para evitar su reproducción si escaparan de las instalaciones. Aun así, no es una especie invasora ya que sus condiciones de desove no se dan en los ríos españoles. Solo criamos hembras por precaución”, aclara Juan, biólogo de formación.
“La trazabilidad del producto está garantizada a todos los niveles. Y eso se nota en el producto, tanto en durabilidad como en sabor”
La diferencia fundamental entre la acuicultura continental y la marina es la gestión del agua. La conversación regresa al primer café de la mañana, en el canal de captación, donde todo empieza. “En el mar siempre hay agua, aquí depende del caudal que baje por el río, tienes una licencia de agua y el río debe tener siempre un caudal ecológico mínimo. Además, tenemos que devolver el agua con las mismas condiciones que la captamos. Uno de nuestros objetivos estratégicos es maximizar el cuidado del medio ambiente”.
“Uno de nuestros objetivos estratégicos es maximizar el cuidado del medio ambiente”
También en el bienestar animal. “Es fundamental —señala—. Si el pez está sano, crece mejor y ganamos todos, por eso empleamos las mejores gamas de pienso. Somos muy cuidadosos en el tratamiento del agua. Existe una rutina de medición y registro de ciertos parámetros ambientales. La trazabilidad del producto está garantizada a todos los niveles. Y eso se nota en el producto, tanto en durabilidad como en sabor. Obviamente, tiene costes adicionales, pero valen la pena”.
“La trucha es muy saludable, de sabor suave, con poca grasa, es una buena fuente de omega 3”
Actualmente hay una concepción de la acuicultura muy diferente de la que se tenía hace 20 años porque las empresas cumplen a rajatabla la normativa y están muy sensibilizadas con la sostenibilidad de los ecosistemas. “Que la gente nos vea como granjeros del agua es muy positivo, es una expresión feliz, me gusta”, dice. No hay que olvidar que la acuicultura es una revolución alimenticia. “Necesitamos esa proteína. La trucha es muy saludable, de sabor suave, con poca grasa; es una buena fuente de omega 3”, indica. Y es accesible para todos los públicos.