¿Cuántas veces nos hemos preguntado últimamente “el tiempo se ha vuelto loco”? Y es que el último fenómeno meteorológico extremo que ha azotado a nuestro país, la borrasca Filomena, nos ha puesto más sobre aviso sobre cómo puede afectar el cambio climático en nuestro día a día. Para la mayoría de las personas del planeta parar este calentamiento global supone un verdadero reto. Esta amenaza, no entiende de generaciones ni de la zona en la que nos encontremos, nos afecta a todos por igual.
En nuestra mano está ser una pequeña parte de la solución y convertirnos, al menos, en consumidor consciente y responsable que elige productos y servicios por su bajo impacto ambiental y social. Pero ¿sabemos cómo hacerlo?
Proteger el planeta no debería ser una cuestión de edad
Pese a que el cambio climático nos atañe por igual, indistintamente de la edad, hay que señalar a un rango de población especialmente comprometido. Se trata de la Generación Z, personas de edades comprendidas entre los 18 y 25 años, que luchan por un futuro más sostenible y que están transformando el debate actual.
Para muchos de ellos el icono de este movimiento es, sin duda, la activista sueca Greta Thunberg. Con tan solo quince años, en 2018, comenzó a faltar a clase y manifestarse cada viernes frente al parlamento de Suecia para pedir medidas inminentes a la crisis climática. Así, nació lo que hoy se conoce como Fridays For Future (Los Viernes para el Futuro). Otro movimiento social global impulsado por esta causa es Zero Hour (Hora Cero). Su premisa es conservar el medio ambiente limpio, seguro y saludable para garantizar un futuro habitable.
Y, ¿qué hay de los jóvenes españoles? Según el último estudio de Amnistía Internacional sobre el “Futuro de la humanidad», los jóvenes españoles son los más preocupados por el cambio climático, 10 puntos por encima de la media respecto a los 22 países encuestados.
Entonces, ¿por qué relegar estas acciones a los más jóvenes y no empezar a tomar conciencia de los efectos del cambio climático? Sigamos su mantra: “Es tiempo de actuar, y tiene que ser ahora”.
Ser un consumidor consciente está en tu mano
¡Y sí, claro que está en nuestra mano, tan solo tenemos que mejorar nuestros hábitos de consumo! Prácticas tan fáciles como:
Ahorro:
desenchufar los electrodomésticos que no utilicemos; hacer un uso racional de la energía de nuestros hogares; o reducir el gasto agua.
Reutilizar:
evitar productos con envoltorios; utilizar bolsas reusables; o dar una nueva vida a objetos que ya no deseemos.
Planificar:
realizar menús y listas de la compra para no generar desperdicios.
Información:
leer etiquetados (o mejor sin) para poder elegir productos frescos, de cercanía y sostenibles; o averiguar sobre el compromiso ambiental de las empresas en las que consumimos.
Seguir estos cuatro puntos, en nuestro día a día, nos asegura tomar conciencia de nuestra responsabilidad personal y social con el impacto que generamos en nuestro entorno. A consecuencia de este pequeño “esfuerzo”, nos permite dejar de mostrarnos indiferentes ante lo que nuestros actos pueden causar sobre otras especies y el medio ambiente. Siendo, además, una fuente de satisfacción personal. ¡Todo son ventajas!
La alimentación sostenible: Acuicultura
La sobrepesca, el aumento del nivel del mar, los cambios de temperatura de nuestros océanos, o la contaminación de las aguas pueden suponer la desaparición de algunas especies acuáticas en los próximos años. Esto, no solo afectaría directamente a nuestra dieta, ya que sería imposible hacer frente a la cada vez mayor demanda de pescado, sino que supondría un grave problema ambiental, económico y social. Desaparecerían puestos de trabajo y transformarían a las pequeñas comunidades pesqueras, que dependen de este sector, en comunidades locales marginales sin recursos. Sin obviar, el desastre ambiental de dichas pérdidas.
Para atajar este problema, la acuicultura se posiciona como la solución a este cortoplacista debacle, ofreciendo una oportunidad para un futuro (y presente) más sostenible.
La acuicultura facilitará el suministro de proteínas de origen animal a los casi 10.000 millones de habitantes en el año 2050; protegiendo, de esta forma, las especies acuícolas en peligro de extinción, evitando la sobrepesca y asegurando el porvenir de zonas rurales, mitigando la pobreza.
Además, eligiendo productos de acuicultura española podremos llevar a cabo alguno de los retos para que nuestra transformación en consumidor consciente sea un acto responsable con el planeta y aliviemos la ya catástrofe climática.
¡Conviértete en consumidor consciente y elige productos de cercanía y comercio justo! ¡Elige acuicultura de España!